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Brazo Biónico.

Obet Cruz García es un joven obrero de 22 años residente de Chiapas. Un día, al trabajar en un camión de volteo, no se fijó que la caja se enredó en unos cables de alta tensión y recibió una descarga eléctrica que le carbonizó el brazo izquierdo. Fue trasladado al Hospital de Urgencias de Xoco, en el Distrito Federal, donde tuvieron que amputarle la extremidad.

Su caso fue conocido por Luis Armando Bravo Castillo, ingeniero en biónica egresado de la Unidad Profesional Interdisciplinaria en Ingenierías y Tecnologías Avanzadas (UPIITA) del Instituto Politécnico Nacional (IPN). Ahora Obet mantiene a prueba una prótesis única en el mundo: un brazo artificial diseñado por Bravo Castillo con base en una plataforma miomecánica (del griego myos, músculo) que prácticamente realiza los movimientos de un brazo normal mediante sensores que ''leen''.

Se trata de un proyecto desarrollado por Bravo Castillo, investigador de 27 años, respaldado por un estudiante de la carrera de mecatrónica, Javier Heredia Díaz, de 22 años, para ayudar a personas con miembros amputados a recuperar en gran parte su calidad de vida, incluida su posibilidad de trabajar. Se trata de un brazo artificial de sólo 600 gramos -cercano al peso promedio natural de dicha extremidad-, que permitirá a Obet realizar dos tipos de tareas: pesadas, como levantar objetos o controlar una palanca de velocidades, y finas, como escribir y comer con cubiertos.

Según cifras del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), la amputación de extremidades constituye la cuarta causa de discapacidad de la población del país. Y aunque no existen cifras definitivas sobre el número total de discapacitados por accidentes o enfermedad, tan sólo la Unidad de Rehabilitación de Medicina Física, región norte, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) -ubicada en la ciudad de México-, atiende casi 60 personas al mes. En su mayoría, las amputaciones de miembros inferiores son resultado de los efectos de enfermedades como la diabetes, pero las amputaciones de extremidades superiores casi siempre se derivan de accidentes de trabajo entre obreros de los cinturones industriales, principalmente del valle de México.

Bravo Castillo conoció de cerca muchos casos porque en un principio cursó sus estudios profesionales en la Escuela Superior de Medicina del IPN. Al mismo tiempo asistía como voluntario al hospital Magdalena de las Salinas, en el área de urgencias de ortopedia. Al año ingresó al área de cirugía reconstructiva, donde dice que se le despertó la inquietud de tratar de ayudar a las personas sometidas a cirugías de amputación, las cuales enfrentan una dramática disminución en su calidad de vida, sin mayores perspectivas a futuro.

Cuando el IPN abrió la carrera de biónica, comenzó a tomar forma el proyecto de brazo diseñado por Luis Bravo Castillo y, como él refiere, "me gustan las matemáticas, y me llamó sobremanera la atención la fusión entre medicina e ingeniería, porque pensé entonces que me podía otorgar un marco de referencia más amplio para desarrollar prótesis bien articuladas, ligeras y durables".

Agrega que en México se hacen investigaciones sobre prótesis para miembros superiores, pero acotadas a un pedestal o una mesa de trabajo, y añade que su proyecto, más que de investigación científica, tiene una motivación social: "se trata de ayudar en la rehabilitación de las personas con miembros amputados".

Bravo Castillo colocó 27 brazos tanto en México como en Estados Unidos y está en proceso de empezar a fabricarlos en serie.

Dice que ya recibió ofertas de empresas que buscan comprarle su invento, pero su rechazo se debe a que mantiene un compromiso con la gente.

"Hay transnacionales que venden un brazo biónico en 25 mil dólares, mientras nosotros planeamos colocarlo en el mercado en 5 mil dólares", refiere.

El precio, dijo, es una ventaja competitiva, pero no se trata sólo de eso, sino de ayudar a las personas de escasos recursos, es decir, aquellos obreros, operarios, técnicos o campesinos que son los más expuestos a sufrir accidentes y perder una parte de su cuerpo.

"Si nosotros vendemos el desarrollo tecnológico, seguramente la empresa que lo compre no lo va a comercializar en 5 mil dólares, sino en mucho más. Entonces -insistió-, estamos aquí para ayudar a esas 43 personas del Distrito Federal que cada mes se dañan algún brazo y que no tienen suficientes recursos".

Bravo se entusiasmó al hablar de sus productos. "En la actualidad ya desarrollamos varios inventos y tenemos dos patentes, y estamos en proceso de registrar otras tres", expuso.

Y agregó que los brazos biónicos que fabrica, a diferencia de otros, dan más posibilidades de movimiento a las personas, son más estéticos y mucho más baratos. En este momento, insistió, se producen otras mercancías y en el mediano plazo arrancará la investigación para hacer piernas y ojos artificiales.

Sin embargo, cuando se le pregunta cuándo fabricarán en serie, en qué canales de distribución estarán presentes, cuántos artículos esperan vender al año, el rostro de Bravo cambia:

"El año pasado tuve una breve conversación con el ex presidente Vicente Fox y lo único que me dijo fue que siguiera adelante con mis investigaciones y que me acercara al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) para ver si el director me podía ayudar, pero eso no sucedió".

Y agregó: "Realmente eso me desmotivó, pues no entiendo cómo con un desarrollo como éste, con el que se plantea ayudar a discapacitados, no haga eco en las entidades gubernamentales y no se den cuenta del potencial que tiene".

Reveló que tiene poco más de siete años con el proyecto y el único freno es la falta de recursos o, por ejemplo, "que aparecemos en el fondo de pequeñas y medianas empresas (pymes) de la Secretaría de Economía por recibir -supuestamente- 400 mil pesos, sin que eso sea cierto".

Y mencionó que, si bien tienen contacto con algunos inversionistas, "como buenos lobos de mar", las ofertas no son muy buenas.

Por ejemplo, una empresa inglesa ofrecía comprar 85% de la compañía Probionics y, con ello, la participación original se reduciría a 15%.

Bravo Castillo externó que otra firma pretendía adquirir su patente a cambio de que el fundador dirigiera la empresa con un buen sueldo.

"Ninguna oferta me convenció, pero he tratado de encontrar apoyo en otras instancias sin mucho éxito", expuso.

El directivo destacó que también acudió a bancos, pero la tasa de interés es muy alta y ahí se va parte de la rentabilidad del negocio.

No obstante, está a la espera de un apoyo por parte del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), y aseguró que esa es una de las últimas cartas que jugará.

Bravo comentó que mucha gente le pide mantener su desarrollo en México, pero si no tiene el apoyo en financiamiento, el siguiente paso será escuchar ofertas del extranjero.

"Hace unos días acudí a una cita en Estados Unidos y una compañía mostró interés por el producto. No hubo una plática formal, pero creo que si no logramos los recursos en el país, tenemos que ir a donde los encontremos o de lo contrario habría que cerrar", indicó.

Bravo admitió que es difícil para un ingeniero biónico dar el salto a empresario, pues si bien los productos ya tienen éxito, el paso a la comercialización formal es difícil.

Explicó que está a la espera de los recursos de Conacyt para formalizar su plan de negocios, pedir asesoría a especialistas y a instituciones de gobierno para concretar su sueño de tener una planta de robótica en México.

Explicó que en México no se tienen los suficientes recursos para invertir, pero se debe aportar más dinero a la educación o, de lo contrario, el rezago será cada vez mayor y será difícil encontrar a más gente que haga algo en tecnología avanzada.

Y si bien no "somos un país desarrollado, la sociedad en su conjunto debe apoyar los avances de emprendedores para que éstos no se pierdan o emigren", concluyó el investigador.

Fuente: El universal.

 

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Ultima actualización:
23 de Mayo de 2013